La semana pasada nos dejó mi abuela por coronavirus. Como yo, hay miles de familias en España que han perdido a seres queridos por el COVID-19, con todo lo que ello implica. El duelo que estamos viviendo es sin duda de todo menos normal, al vernos privados de una de las expresiones más comunes del mismo, como es el ver al fallecido una última vez, el entierro o la vela, por no hablar del hecho de no haber podido estar a su lado en sus últimos días, probablemente lo que la mayoría peor llevamos.

Mi abuela y yo en 1988
Mi abuela y yo en 1988

Todo esto me ha llevado a querer encontrar, para mí misma y para todos los que lo necesitéis, una respuesta a la mejor manera de superar el duelo en tiempos de coronavirus. Para ello he entrevistado a la psicóloga Mònica Cunill, docente de psicología en la Universitat de Girona y reconocida experta en duelo. Mònica dirige el postgrado en Inteligencia Emocional de la fundación Universitat de Girona y del postgrado en Intervención en procesos de pérdida, duelo y crisis también de la UdG. Además, Mònica es la fundadora de VEIE, una escuela pionera de inteligencia emocional para niños de 3 a 12 años con varios centros en Cataluña. Tuve la gran suerte de conocer a Mònica cuando las dos nos formamos en Reducción del Estrés a Través del Mindfulness unos meses atrás y le estoy enormemente agradecida por el valor que nos aporta con esta entrevista.

Aunque personalmente necesitaba respuestas como persona en proceso de duelo, también he querido preguntarle por lo que podemos hacer cuando somos amigos o familiares de alguien que está en duelo. No siempre es fácil saber cómo actuar o qué decir para ayudar a quien está sufriendo por la pérdida de un ser querido.


ENTREVISTA A MÒNICA CUNILL, EXPERTA EN DUELO

  • Mònica, el proceso de duelo en confinamiento es especialmente complicado. Muchos sufrimos porque nuestro ser querido ha muerto solo.

El proceso de duelo es un proceso natural que, en situaciones normales, podemos superar sin ayuda, pues todos tenemos los mecanismos necesarios para poder integrar una pérdida. En la situación actual, las circunstancias de la pérdida, todo lo que rodea a la muerte del ser querido, se consideran traumáticas. El no poder estar con la persona querida ni antes ni después del fallecimiento, que no pueda haber entierro, todo esto son factores de riesgo que hacen que el duelo pueda llegar a complicarse.

Es cierto que los afectados por COVID-19 han muerto sin nadie de su familia físicamente con ellos , pero hay muchas otras maneras de estar presente, de estar conectado. Hay que resignificar la experiencia, sabiendo que has estado conectado desde el corazón, y que para ese sentimiento profundo que os une, no importa ni la distancia ni el tiempo, siempre estará ahí. Lo que nos decimos acerca de cómo ha pasado todo es muy importante.

« A la pregunta de por qué morimos siempre digo que es para que la vida importe. »

  • ¿Qué emociones subyacen al dolor que estamos experimentando?

El duelo es un proceso y poco a poco van apareciendo nuevas emociones y sentimientos. Inicialmente hay una sensación de irrealidad, de sentir que no puede ser cierto que esto haya ocurrido. En tiempo de coronavirus esta negación puede ser mucho más intensa, justamente por no haber podido estar físicamente ni realizar todos los rituales de paso que en una situación más normalizada nos ayudan a aceptar que esa persona ha muerto y que en esta vida no la vamos a ver más.

Esta sensación de irrealidad puede ir acompañada de sentimientos de rabia, uno se enfada y lucha contra la realidad, contra lo que es. Son mecanismos de defensa perfectamente naturales que se dan muy frecuentemente. Más adelante aparecerán sentimientos como la tristeza más profunda, y también se puede dar el miedo. Miedo a qué pasará ahora, a cómo voy a vivir sin esta persona, qué va a significar en mi vida que él o ella ya no esté.

La verdad es que se pueden dar un conjunto de emociones, la rabia, la tristeza o el miedo pero también la alegría o el agradecimiento.

  • ¿Es normal experimentar culpa?

La culpa también es una emoción que puede aparecer pero es más cognitiva, más mental. Pueden aparecer pensamientos sobre si yo hubiera podido hacer algo para que esto no pasara, todos los “y si…”: “y si yo no hubiera salido a la calle”, “y si yo hubiera podido hacer algo más”. La culpa también tiene función y es normal que aparezca. El problema se da cuando estas emociones no se pueden expresar y se cronifican en nosotros, haciendo que el duelo pueda quedarse bloqueado.

  • ¿Cómo puede acabarse complicando un duelo?

Hay personas que delante de una pérdida se quedan tan impactadas, o sus estrategias de afrontamiento son tan poco saludables, que lo que hacen es no aceptar la muerte, el corazón se cierra y el dolor se queda allí. Al cabo de los años, ese dolor se abre y aparece: son los duelos pospuestos.

Otras personas se quedan enganchadas en el dolor. El dolor se cronifica. En un duelo normal puedes entrar y salir del dolor, siendo algún día más intenso que otro, como una montaña rusa en la que se va transitando el proceso y al final se acaba integrando. Pero hay personas que, por la manera que tienen de gestionar las emociones, esto no saben hacerlo, y allí es cuando el duelo puede complicarse.

  • ¿Qué consejos nos puedes dar para aliviar el dolor?

Algo que no te va a ahorrar el dolor pero puede reconfortarte es organizar un pequeño ritual en casa mientras dure el confinamiento, hasta que puedas realizar una ceremonia pública fuera. Que de alguna manera puedas hablar primero con todos los miembros de la familia y ver cada uno qué necesita, que puedas invitarlos y tú mismo poder escribir algún pequeño homenaje a esa persona: poder revivir los recuerdos, buscar un rincón en casa donde poner una foto o un objeto, alguna vela, algo simbólico en conexión con esa persona que has perdido, y desde allí sentir que estás haciendo un pequeño ritual de despedida.

  • Imagino que no es lo mismo estar de duelo por un abuelo, como es mi caso, a un duelo por la pérdida de una pareja o un hijo.

El dolor por la pérdida de un ser querido es proporcional al amor que tú sientes por esa persona. Para mí no es tan importante el parentesco, si era mi abuelo o era mi padre, como la relación que yo tenía con él, lo que a mí me vinculaba. Cuanto más amor, más dolor, y más intenso va a ser el proceso de duelo.

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Tomé esta foto de mi abuelo y mi abuela a finales del 2019. Hoy me siento muy agradecida de haberlo hecho.

« El dolor por la pérdida de un ser querido es proporcional al amor que sientes por esa persona. »

  • En tu libro Nadie me entiende, dedicado al duelo, afirmas: “La muerte nos hace pensar en la felicidad”. ¿Es esto más vigente que nunca?

Yo siempre digo que la muerte nos da el regalo de la vida. Ser conscientes de la muerte nos permite ver las cosas de otra manera y vivir la vida con mayor intensidad. Nos permite relativizar lo que no es importante y entender que nuestro tiempo es limitado y que es muy importante decidir en qué personas o en qué acciones lo inviertes: en aquello que te nutre o en aquello que no. A la pregunta de por qué morimos siempre digo que es para que la vida importe. La muerte trae la felicidad porque te permite ser consciente de lo afortunado que eres de poder tener este regalo que es la vida.  

  • Si soy un amigo o familar de alguien que está atravesando un proceso de duelo, ¿cómo puedo ayudarle a superarlo?

A parte de dar espacio para que la persona que está sufriendo se exprese, hay que respetar mucho sus necesidades: si quiere hablar que pueda hacerlo, pero si quiere aislarse, que también se lo permitamos. Debemos mostrarnos disponibles para poder ESTAR. Nuestra presencia es muy importante.

  • ¿Qué es lo peor que le podemos decir a alguien que está atravesando un duelo?

Ciertas frases son lo último que alguien en duelo quiere oir: El tiempo todo lo cura; Venga, tienes que ser valiente; Tienes otros hijos/hermanos; Ya era muy mayor… Todo esto genera que la persona no se sienta comprendida y de alguna forma lo que estamos haciendo es no validar su dolor.

Tampoco es conveniente dar consejo, debemos ser capaces de escuchar sin juzgar, y sobretodo no intentar sacar a la persona de la emoción que esté sintiendo, ya sea tristeza o rabia. El dolor tiene que vivirse.

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Mònica Cunill en su escuela de Inteligencia Emocional, VEIE

Muchas gracias Mònica y mucha luz para todos en estos momentos complicados. Nuestros seres queridos seguirán siempre vivos en nuestro corazón.